dimarts, 16 d’agost del 2011

Ideas de carteros

Recientemente he estado atareado con varios pormenores cuyo interés no es baladí para mi persona, a saber: primer viaje de vuelta a terras patrias desde mi asentamiento y búsqueda-y-captura de un nuevo piso.

Sin entrar en detalles de los mismos, en vista de su publicación en fechas venideras, no quería dejar de comentar aquellos detalles que a la par que me asombran y fascinan hacen emerger una sonrisa placentera en mi faz.

Desde pequeño (y también en fechas presentes) he tenido ideas locas. Algunas han sido plasmadas en la ciencia ficción universal, otras han sido tremendos fracasos comerciales y sociales y otras, las muchas, han quedado postergadas al olvido de la sociedad y de mi mismo. Una de ellas se centraba en la pura simplifación de las direcciones postales. Harto de invertir tanto tiempo en escribir las direcciones en las postales veraniegas y que algunas de ellas nunca llegaran a su destino sino a la mesilla de noche del cartero de turno; tuve una revelación. De la misma manera que se asignan números de teléfono para las casas y códigos de barras para los productos, se podría hacer lo mismo con las direcciones postales. De esta manera tan sólo necesitaríamos escribir un churro de muchas cifras y letras para detallar el destino.

Huelga decir que cualquier yerro tendría consecuencias fatales de la misma manera que cuando nos apuntamos en un posavasos el móvil del ligue de discoteca con unos sietes que posteriormente se leen como treses o unos.

Pues Holanda es el país de los inventores, de los ingenieros, de los prácticos o del pragmatismo exacerbado. Al rellenar cualquier formulario en el que se pide una dirección, se pide el número de la casa y el código postal. Con ésto basta para conocer el resto de detalles. Y es que a diferencia de los códigos postales de España, en los que se cubren miles de hogares de una población, zona o distrito, aquí el código combina tanto la población como la calle y el rango de número de casa. Los dos primeros dígitos corresponden a la ciudad y a la zona (62 para el caso de Maastricht). La combinación de las otras dos cifras y las dos letras dan el rango de números de la calle.

Desconozco si esta categorización existía antes de la privatización del servicio postal en favor de TNT o si fue esta compañía que introdujo su knowhow postal.

Una vez dicho, la verdad es que mucha miga más no se le puede sacar al tema. Así que, para aquellos días ociosos enmedio del tedio de Agosto podéis dedicaros a juguetear con los códigos en la página de la misma empresa si queréis practicar holandés o sino en esta anglófila. Os doy unos cuantos ejemplos de la ciudad de Maastricht para guiaros en el apasionante mundo de la sistemática ordenación urbana. Aparentemente, el 6211 AA es para Biesenweg y el 6211 AB de Fransensingel. Existen un rango de códigos numéricos que incluye, por ejemplo, 
  • 6221 BK, Wilhelminasingel del número 2 al 68
  • 6221 BL, Wilhelminsaingel del número 70 al 118
En el caso que la casa tenga número impar,
  • 6221 BE, Wilhelminsaingel del número 1 al 41
  • 6221 BG, Wilhelminsaingel del número 43 al 89
  • 6221 BH, Wilhelminsaingel del número 91 al 109
  • 6221 BJ, Wilhelminsaingel del número 111 al 127
A simple vista se observan dos hechos de gran trascendencia. El primero es que la agrupación numérica se hace por números pares o impares ya que implica que las casas están pegadas las unas a las otras o, en su defecto, unas cerca de las otras. En el caso de la Avinguda Diagonal de Barcelona, dar el rango del 499 al 500 supone ya un desmadre al distar entre ellas 1.1Km.

Para los con el ojo avizor, salta a la vista que los códigos no son correlativos y que existen algunas lagunas. Algunas letras no se usaban por razones técnicas tales como F, I, O, Q, U, Y (que leído rápido recuerda al improperio anglosajón) y algunas combinaciones están completamente descartadas por hechos penosos en la historia reciente vivida en Holanda tales como SS, SA o SD.

Entiendo que haya algunos de vosotros que prefiera otros pasatiempos como hacer sudokus o, como yo, crucigramas.