dilluns, 5 de desembre del 2011

La unión hace la fuerza

Los países de la Europa central y norte tienen una mayor concienciación por el medio ambiente y su cuidado. Eso es en términos generales ya que abundan algunos excesos.

Hay miles de tiendas de venta al público que hacen ofertas a diario y mensualmente y que quieren llegar a cuantos más hogares mejor. Así pues, ya que el cliente no va a la tienda a conocer sus interesantes propuestas, lo que se puede hacer es reclamar su atención desde el buzón de correo. Si esa idea común se comparte en tiempo y en espacio, uno se encuentra con casi un kilo de papel obturando su buzón.

El paquete abunda de panfletos de mil formas, colores y compañías. Hay desde los supermercados, tiendas generalistas, tiendas de decoración de interiores, juguterías, compañías de telefonía móvil, delicatessen, ....


En esta última edición del almanaque de las gangas imperdibles totaliza en 24 los opúsculos comerciales. Triste será el día en que se nos inunde la bandeja de entrada del correo electrónico. No es lo mismo saciar la curiosidad de lo inútil e intrascendente que suponen los reclamos pero hace gracia pasar las hojas y ver las fotos.

Desearía ahora poder tener un hogar con el que convertir esas buenas nuevas en buenas brasas y combatir el frío y el viento que cada vez se intensifica más. Máxime esta noche que llega Sinterklaas.

dissabte, 3 de desembre del 2011

Hielo a temperatura ambiente

Estamos viviendo el otoño más seco del último centenio. Los días han sido frescos y soleados.Algo anormal en esta época del año que debería repartir a diario nubes plúmbeas y lluvia persistente. Bajo el ya perenne txirimiri holandés de otoño abrió ayer las puertas Magisch Maastricht; el mercado navideño de la capital de Limburg.




Lo que antaño se llamaba Winterland, toma posesión de Vrijthof hasta el día 8 de Enero con el reclamo de una noria de tamaño respetable bien patrocinada y una pista de patinaje sobre hielo que congregó a varios curiosos en la actuación artística que dió el pistoletazo de salida del júbilo invernal. Más o menos a la misma hora se inauguraba con brindis al sol (20 grados) la pista de hielo artificial más grande de Europa en Plaça Catalunya. No soy el único que se sorprende de que tamañas hazañas ocurran en el mundo occidental, cosa habitual entre los emires. Algunos aducen que repercute en un aumento en las ventas. Otros en que es un despilfarro.










Como es habitual aquí, todo tenderete que se ponga en la calle irá acompañado de una pareja de ídems con wursts a la parrilla y en doble número, puestos de cerveza. Hay puestos de comida de todo tipo, siendo el más frecuentado el de churros del que no puedo comentar nada ya que no tuve la paciencia de hacer un cuarto de hora de cola.. Es una suerte de Fira de Santa Llúcia y de Fira dels Reis ya que adolece de un buen número de estantes de venta de adornos navideños y en cambio hay marroquinería, ropa de abrigo, 2 avetos en venta (pobre comparación con la Fira de l'Avet) y esas figuritas invendibles de personajes fumando. Con deciros que no he podido encontrar fotos en la red después de hora y media buscando y que he tenido que ir a la tienda a hacer las iguientes fotos denota lo imposible que es tanto encontrar dichos artículos como venderlos.




diumenge, 27 de novembre del 2011

Artículos manoseados

Tanta mudanza arriba y abajo tiene al humilde servidor atareado si es que se precisa utilizar dicho eufemismo para no abordar la descripción con palabras mayores.

Entre cajas de cartón y plástico sobresale una débil barra que ya ha tenido que ser sometida a la reparación en ambos extremos con cinta de precinto y que no aguanta más de dos camisas colgadas y tres perchas vacías. Vuelta a la dura realidad de que lo barato sale caro. Así pues los abrigos y chaquetas se encuentran totalmente expuestos a la visión en una rudo desnudo innecesario. No existe el apaño ya manido de que reposen en el sofá por la inexistencia del mismo.

Digamos, pues, que uno se encuentra en un ejercicio de control y resistencia mental contra las adversidades que supone vivir en un perenne e imposible equilibrio entre la transhumancia zíngara y el ascetismo zen. Dada la temporalidad en la que vivo y la acuciante necesidad de dejarme caer en un sofá busqué por las tiendas de Maastricht. Con la excepción de las exclusivas tiendas de Avenue Céramique, no hay ya más tiendas de tresillos en todo el casco urbano. Uno debe irse a las afueras a probar suerte. Viendo que no encontraría nada adecuado y de que podría llevarme tiempo dar con el sofá que más me arropase y abrazase cálidamente en mis momentos perezosos seguí las indicaciones para darle un tiento a una tienda de segunda mano.

El consumismo desaforado en el que vivimos moldea nuestras adquisiciones así como el ciclo de vida de los productos que adquirimos. Tanto en lo que se refiere a teléfonos móviles como a la ropa, la acortada vida de los productos tiene que ver más con nuestra condición de suplir la necesidad de renovación que por la pérdida de cualidades por las que se compró el mismo. Eso sin contar con la cantidad de comida en buen estado que se deshecha anualmente como apunta Tristram Stuart y que el Banc dels Aliments pretende solventar.

Dicho ésto, también es verdad que los países del centro y del norte de Europa tienen imbuído en su cultura el arte y necesidad de reciclar más presente que en el sur. No se debe a que han evolucionado positivamente su concienciación social sino que han retomado lo que siempre ha existido. Ya nadie sabe cómo reparar nada pero sí dónde comprar ese artículo. Los mercadillos de segunda mano por lo que se ve se están poniendo de moda en Barcelona aunque desde mi punto de vista es más un happenning cool que lo que en mis alrededores se cuece a diario.

Kringloop Zuid (reciclaje sureño) se encuentra en las afueras del norte de Maastricht y es básicamente un hangar repleto de artículos de segunda mano. Una especie de mezcla de mercado de las pulgas con destellos de brocante. Pocos destellos o a veces sin brillantez alguna. Si uno necesita una mesa de comedor con su juego de sillas, aquí tendrá para escojer a buen precio. La diferencia con los sofás o colchones es que uno llega a tener una relación muy cercana con los mismos. No hablo de recuerdos y sentimientos sino de otros aspectos invisibles pero no por ello no presentes: sudor, manchas, pulgas, polvo, restos de comida y si se se tiene suerte, una sortija con diamante.Cuando uno compra un sofá se adueña de un zoo en miniatura. Otra cosa es que cobre entrada a sus amistades para su contemplación.

La primera regla a la hora de ir a comprar y no caer en el consumismo es saber lo que se quiere comprar o mirar. La tentación queda relegada al olvido momentáneo. Un sofá y, si tengo suerte, un armario ropero. Veamos ...

En la primera planta está la sección museística con cuadros originales al que acompañan marcos a estrenar.




Reside también la extensa biblioteca, electrodomésticos e ilumnación.







Gracioso aunque inservible señalización para mi cocina.


 
Como detalle de informática, estas modernas tarjetas módemse encuentran bajo llave. Desconozco si es por su abultado precio o, por tratarse de microelectrónica puntera, las protegen del polvo. Si en vez de PCMCIA estuviéramos hablando de PCI, la cosa cambiaría.



Desde la barandilla del primer piso se obtiene una vista perfecta de la inmensidad de la planta baja. Esparcidos por doquier están los sofás.





 Animado me acerqué a los primeros sofases (sofás en la jerga de los entendidos). Es sabido que la luz proveniente de los fluorescentes es mortecina. Pero no creo que toda la culpa pueda recaer en la iluminación ya que tanto la forma, confort, diseño y estampado de los tresillos distaba de lo que tenía en mente. No esperaba un Roche Bobois ni tampoco un mueble isabelino pero tampoco muebles desabridos que son carnaza de pisos de estudiantes.





 
Tampoco no encontré la utilidad para los camastros con aire hospitalario o geriátrico.

 

Ganas no me faltaron de derribar las estanterías perfectamente dispuestas para conseguir un perfecto efecto dominó.



Las bicicletas se venden sin garantía aunque a un precio ostensiblemente superior al del género con el que comparten techumbre ya que valen lo mismo que un sofá de dos plazas.


Bueno, en conlcusión que aunque había mucho de dónde escoger, nada llamaba mi atención. Ni tampoco sentí ningún impulso de llevarme a casa algún que otro ornamento navideño con el que adulcorar mi hogar.




 Qué gran tristeza que tu retrato en tres dimensiones vea pimenteros en vez que tu hogar. Aunque en mi caso, sólo vería paredes ya que sigo sin sofá.
 




dissabte, 5 de novembre del 2011

Ruido navideño

El tiempo no acompañaba, como nunca suele hacerlo en Holanda, pero desde hace una semana de forma organizada y aplicada se han instalado las luces de adorno navideño en las calles de la ciudad.

Digo que no el clima no era el mejor porque sorprendentemente estamos a unos 20 grados aún siendo principio de Noviembre. Habrá quienes les aterre el simple hecho del gasto eléctrico, otros la cursilería de su diseño, sin contar con aquellos a los que se les alegra el alma con tan tan pequeño brillo.

No caeré en la tentación de la crítica consumista, ni el tinte falso y caduco de gloria, celebración y felicidad impuesta. Con razón mi propia persona es tachada de cenizo. ¡¡Qué menos ahora que los hogares y las estufas están a punto de ser masivos generadores de tal escombro!!












La gran mayoría de gente no se percata de los cambios que acontecen a su alrededor. Ni se fijan si te has puesto la misma camisa dos días seguidos a no ser que apestes. Todo en la vida, sin embargo, tiene un límite. Parece que el ayuntamiento se ha propuesto que los vecinos se den perfecta cuenta instalando dichas guirnaldas por las calles del centro en plena madrugada con el ruido de fondo del motor de la grúa elevadora. El aderezo lo han puesto los beodos y su bocerío. Como si estuvieran en un videojuego de última generación, demostraban su poca pericia a la hora de esquivar el camión-grúa.

dimarts, 25 d’octubre del 2011

Día ocupado

A orillas del río Maas (algunos atrevidos lo llaman mar) se encuentran los fósiles del antaño vibrante pasado industrial y agrícola que utilizaba las mansas aguas como medio de transporte. Como medio de vida.

Grandes bloques de ladrillos, vigas de madera, encuadres metálicos al albur de la climatología autóctona que, sin riesgo a equivocarme, pondría como de parte activa en la amalgama cromática que muestran las fachadas con el persistente decapado. Y entre la intensa lucha entre la herrumbre y la vegetación, una bandera pirata.


Un recuerdo literario cruza la mente dejando como residuo la impactante frase con la que Manuel de Pedrolo oxigenaba la esperanza en El mecanoscrito del segundo origen. Como le pasa a Alba, uno siente una mezcla de temor y curiosidad. Un edificio de tres plantas adyacente a tal estandarte no parece ni abandonado ni tampoco en uso diario. Hay personas dentro que al verme abren la puerta. Poco puedo imaginarme que me al cruzar la puerta como respuesta a la cordial apertura de la misma me encuentre en una hogareña estancia. Acabo de entrar en Landhuis (Señorío), perteneciente al complejo okupa de Landbouwbelang. Y me reafirmo con dicha aseveración por el simple hecho de que la decoración y diseño de su interior parece haber salido de las revistas de decoración más prestigiosas. Muy alejado queda, y sobradamente retratado, el moviemiento de misma índole por ejemplo en España, donde no hay visos de limpieza y gestión cuidada del entorno común y sobran los pósters, graffitis y las manchas de origen desconocido.

Sin entrar mucho al trapo, una de las grandes diferencias que se detecta rápidamente con respecto a sus homólogos sureños radica en la marcada concienciación social de dotar a un equipamiento inerte de vida cultural basada en la compartición y no la simple usurpación de propiedad para vivir del cuento.





Landhuis, situado en el Maas boulevar, es el mascarón de proa de la gran nave industrial que albergaba la maquinaria agrícola para pienso y grano y sus silos. Un edificio que había visto desaparecer sus suelos de madera y que ha recuperado su latir con el esfuerzo y empeño de la comunidad. Bueno, una mitad ha recuperado el aspecto de las plantas ya que la otra mitad del edificio ejerce de espacio vacío.



La planta baja dispone de una pequeña biblioteca y bar de autoservicio con un hogar curioso y bonito con una apertura de carga superior.






La reconstrucción se ha hecho de forma artesanal y usando mucha madera, que le atorga una gran calidez. Los suelos, por ejemplo, vienen de una antigua iglesia que renovaba el piso. El resto de materiales se consiguen por contactos o donaciones amistosas aunque siempre cabe la vía de la recolección monetaria para la adquisición de los restante.

 

El acceso al segundo piso se hace por unas escaleras que suben en este inmenso y alto espacio. En el primer piso se encuentra la cocina y el acceso por unas escaleras verticales al segundo nivel.






Si el valor acomete el ascenso a los cielos del segundo piso se llega a una buhardilla con la mesa que sustenta la definición de planes futuros y vista a la naturaleza envolvente. Como no puede ser de otra manera, la habitación de estudio y de toma de decisiones está protegida por una estufa holandesa.






El día en que me inmiscuyo en los quehaceres de sus habitantes es Domingo. Y aunque es día de comunión, no lo es de descanso. Landhuis abre sus puertas para que quienquiera realice actividades o tareas que bien puede ser la cocción de panecillos o de artesanía maderera.








Me llevé cuatro panecillos. La mesa, aunque bonita, no tengo dónde meterla.