dissabte, 5 de novembre del 2011

Ruido navideño

El tiempo no acompañaba, como nunca suele hacerlo en Holanda, pero desde hace una semana de forma organizada y aplicada se han instalado las luces de adorno navideño en las calles de la ciudad.

Digo que no el clima no era el mejor porque sorprendentemente estamos a unos 20 grados aún siendo principio de Noviembre. Habrá quienes les aterre el simple hecho del gasto eléctrico, otros la cursilería de su diseño, sin contar con aquellos a los que se les alegra el alma con tan tan pequeño brillo.

No caeré en la tentación de la crítica consumista, ni el tinte falso y caduco de gloria, celebración y felicidad impuesta. Con razón mi propia persona es tachada de cenizo. ¡¡Qué menos ahora que los hogares y las estufas están a punto de ser masivos generadores de tal escombro!!












La gran mayoría de gente no se percata de los cambios que acontecen a su alrededor. Ni se fijan si te has puesto la misma camisa dos días seguidos a no ser que apestes. Todo en la vida, sin embargo, tiene un límite. Parece que el ayuntamiento se ha propuesto que los vecinos se den perfecta cuenta instalando dichas guirnaldas por las calles del centro en plena madrugada con el ruido de fondo del motor de la grúa elevadora. El aderezo lo han puesto los beodos y su bocerío. Como si estuvieran en un videojuego de última generación, demostraban su poca pericia a la hora de esquivar el camión-grúa.

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