dimarts, 28 de juny del 2011

Hammam veraniego

Ayer estuvimos a unos 32 grados. Hoy más de lo mismo. Sol abrasador y humedad pegajosa.

Ahora, a media tarde, se oye tronar de forma grave y amenazadora. Ya ha habido la primera descarga de lluvia a 30 grados. El verano se ha acabado.

Mirando a la izquierda con cielo despejado ...
... y teniendo miedo (como siempre) de la derecha tormentosa que se avecina

La sensación de frescor después de tener el suelo regado no existe ya quela temperatura ambiental apenas ha bajado. Tal como si estuviéramos en pleno monzón con lluvia Se espera un diluvio en unas 3 ó 4 horas así como mañana a la hora de ir a la oficina. Creo que las televisiones están proponiendo a la masa trabajadora que mañana se desplacen en canoa para llegar a sus puestos de trabajo.



dilluns, 27 de juny del 2011

Cromos en peligro de extinción

En mala hora dije que no eran necesarios los aires acondicionados en Holanda. Hoy estamos superando los 31 grados en un día tórridamente soleado. Lo peor vendrá mañana con temperaturas llegando (o sobrepasando) los 35.

El sofoco que uno percibe al salir a la calle desaconseja toda actividad callejera. Aún estando a 26 grados en el piso, es harto más fresco que el vaho exterior.

Sin tener la tentación de encender la televisión ni ponerme a tareas hogareñas, aprovecharé para juguetear con mi nueva pasión. Cuando era pequeño me acuerdo de las colecciones de cromos que afanosamente intentaba completar. Sobrecitos de papel que contenían la fortuna o la desdicha. Faltis o repes. Ni que decir tiene que la segunda casuística superaba con creces a la primera.

La cadena de supermercados Albert Hejin regala a sus compradores acreedores de la tarjeta de descuento unos sobres con cromos. ¿Una nueva colección? ¡Bien!

Hace ya unos meses fue el turno de pegatinas de los jugadores de los equipos de la liga holandesa. Retratos en activo, escudo militante y firma. El pack completo para no tener que hacer cola con tus héroes futbolísticos.




La colección que ahora nos ocupa es más interesante si cabe. Se llama Super dieren (super animales) y si no me equivoco, ya se sabe que mi comprensión del holandés no tiene un nivel académico, ésta versa sobre animales en peligro de extinción o de especial protección por parte de la WWF. Ya sólo ver los sobres amarillos tengo un pálpito. El sonido al rasgar la punta y la aparición de las esquinas son el mejor momento. En la vida he tenido ya muchos disgustos y desencuentros así que no pongo muchas esperanzas en encontrar nuevos animales con los que completar mi Arca de Noé.


No son pegatinas sino kaartjes (cartas) que tienen múltiples utilidades más allá de su coleccionismo a saber, te enteras de la variedad del reino animal con sus formas y colores, aprendes su nombre y alguna característica especial, tienes una pregunta sobre dicha bestia y de paso sabes si está más cerca de ser un ejemplar momificado o animal de compañía de nuevos ricos. Vaya, una síntesis de la entrada en la enciclopedia en tamaño twitter. Eso sin contar que como cada carta tiene un valor asociado me imagino que puedes echarte unas partidas salvajemente de competitivas.


Así pues estoy intentando sacar provecho de dicha ocasión para descifrar, como los mejores egiptólogos y sabios del acadio, cualquier nuevo vocablo e interpretación que me permita integrarme. En caso de ser capaz de memorizar tantos nombres no creo que me sirva mucho más que para decir 'Ah, ¡sí!' antes de quedarme dormido con los documentales de animales que, además de ser soporíferos de persé, en holandés son ya narcóticos.



dissabte, 25 de juny del 2011

Ahorro energético

Hace ya unos años España tuvo la desfachatez de superar en un breve periodo de tiempo, unas dos o tres veces, el récord de consumo energético diario. Si no me equivoco estaríamos pasando alguna canícula de las que azotan irremediablemente la piel de toro. 

Desde mi llegada a estas tierras, el gran aliado para sobrellevar las tardes desapacibles era la calefacción. Un tenue ruido constante que abrazaba térmicamente al recién llegado. Los meses han ido pasando y la primavera tuvo una exaltación feroz con temperaturas rozando los 30 grados y la gente cociéndose a la parrilla en la multitud de zonas verdes desperdigadas por la cuidad.

Habiendo superado ya la noche más corta del año y, por ende, del verano uno no echa de menos el aire acondicionado. Es más, ahora mismo tengo la calefacción encendida. Y no se trata de una excepcionalidad. Desde esa primavera lujuriosa en términos climáticos, nos hemos zambullido en el gris perpetuo y los diluvios diarios. Y es que en ningún edificio hay instalado un aire acondicionado que bien podría asemejarse a tener un chubasquero en el desierto de Atacama.




Los diez o veinte grados de diferencia con la tierra patria deben ser aquellos que evaporan del azul cielo cualquier rastro vaporoso y animan al personal al goze de la playa y la paella posterior.



El único aspecto positivo entre tanta apatía es el minúsculo y fugaz arco iris que, obviamente, sólo se observa con nubes y episodios húmedos.

divendres, 17 de juny del 2011

Las frutas y su sexo

Como cada viernes, hoy toca mercado. Me he agenciado tres cestas de fresas del país y tres mangos de procedencia lejana cuyos sexos desconozco. Tan sólo sé que a la hora de ir al mercado uno tiene que tener claro qué género quiere degustar. Sin entrar en la discusión del grado de ecologismo de dichas frutas, sorprende observar el porte de las fresas; más cercanas al de las ciruelas.




Aprovecho la ocasión para poner mostrar una estampa de hace unas semanas justo el día siguiente de que Alemania lanzara acusaciones infundadas sobre la pureza vegetal española radicada en nuestros courgettes (pepinos). Creo recordar que los pepinos se vendieron aunque a la vez los de origen holandés acababan en los contenedores.

dijous, 16 de juny del 2011

Bullicio

Por motivos de trabajo he visitado de nuevo Amsterdam. El gran agujero negro que atrae toda masa humana de la vasta región norteña. El tránsito por los andenes, pasillos y vestíbulos ofrecen al visitante el amplio abanico multicultural que aquí fluye. Un bullicio comparable al del primer día de rebajas o de la gran paellada de record Guinness valenciana de gratuito servicio. Para un provinciano del sur como yo, la bofetada que se recibe es considerable. Escapar de la marisma de gente es algo más fácil que de los batallones de bicicletas que atestan las inmediaciones. Creo que sería buena idea organizar el día de la limpieza de párking en el que el lugar tuviera que quedar desierto de esqueletos trapezoidales con altas dosis de oxidación. Estoy seguro de que aún avisando con mucho tiempo de antelación, la gran totalidad de los vehículos estarían allí el fatídico día. Considero, pues, esos párkings como instalaciones de arte moderno que reflejan las diferentes versiones de aparatos de las que la sociedad neerlandesa ha hecho uso en tiempos recientes, incluyendo todas las tendencias de tuneo. Una especie de cementerio con algo de vida tal como si en los nichos vacíos uno pudiera pasar la noche.


El hotel corporativo es una extensión barata de la misma estación y mi habitación se encontraba justo encima de los raíles con vistas a parte de la Stationsplein (Plaza de la Estación). Un lugar idílico con la guinda de estar orientado al este y recibir el reluciente y caluroso abrazo solar a través de las dobles cortinas ya antes de que sean las 6 de la mañana. Un desayuno con un chorro sintético de zumo de pseudo-frutas, un conglomerado semi acuoso de huevos revueltos, mini bratwurst y alubias con salsa de tomate y un desaliño de fiambres (jamón dulce y chóped) y quesos (queso barra y queso barra con comino). A eso lo llamo yo percibir la alegría de vivir de buena mañana antes de enfrentarse a la jauría humana de la estación colindante.



En fechas pasadas ya comenté la implantación de nuevas edificaciones al este de la estación central. Las calles parecen sacadas de algún emirato árabe por la cantidad de arena que en ellas hay. Agua hay en los canales así que sólo le falta el chiringuito para ser destino turístico de los oficinistas al mediodía. Eso si el clima es benigno, que en estas latitudes significa que no se padece una ventisca con granizo.

Entre andamios y carteles de promociones se encuentran edificios imposibles que flotan de las profundidades del agua como el Klimmuur Centraal, sede de escaladores aficionados y profesionales. Caminando por puentes, subiendo y bajando escaleras y pasando por callejones se llega a la Bibliotheek Amsterdam. Un enorme y sólido cubo de altísimas y diáfanas plantas bañadas de tranquilo blanco nuclear. Sin tener en cuenta el alarde de material a disposición, el recinto invita a su visita y exploración a través del silencio. Cuando el hambre arrecia, los sesudos usuarios y los concertistas del conservatorio adyacente se dirigen all Valpiano. Con precios modestos y cocineros detrás de una gruesa vidriera de media altura, uno puede disfrutar de combinaciones de pasta y pizzas frescas tanto en el interior como en la agradable terraza extrerior. Si se acompaña la ingesta con vino, mi recomendación sería la de no ir a los caldos más caros ya que lo más probable es que lleve varios días en proceso de oxidación y más que bebida se convierta en aderezo de la ensalada. Justo enfrente de la terraza se encuentra el azulado museo científico Nemo que está a unos 100 metros a nado, una bienvenida muy acorde con el nombre acuático.

























Durante esta última estancia en la capital, aproveché para ir la capital  administrativa. La llegada a Den Haag por tren desde Amsterdam se convierte en un espejo del desarrollo desenfrenado que ha acechado y acecha actualmente el país. Otra vez a cuestas con los rascacielos. Despuntan unos monstruos repletos de ventanales con sombreros de armaduras y grúas  reduciendo las medida humana a escala microscópica. La plaza de la estación refuerza mi idea de que de momento la ciudad que aúna belleza, armonía e historia arquitectónica es Maastricht. Todas las demás han sido engullidas por el cemento vertical y la repetición monolítica que las reduce a meros downtowns desprovistos de alma.

El caso antiguo de Den Haag a buen seguro que es merecedor de una visita y disfrute pero en esta ocasión deambulé por el oeste visitando amistades. Las calles son tranquilas y se divisan casas familiares con amplios salones cuyos ventanales reflejan la luz del atardecer tardío y dejan entrever unos preciosos patios al final de la cocina abierta al salón. Vuelve, pues, la máxima holandesa de disfrutar de la vida en el sosegado ambiente familiar. La proximidad del mar ni se huele ni se percibe en la arquitectura. Otro día me acercaré a la misma orilla del Atlántico.