dimarts, 12 d’abril del 2011

Deportes de balón sin valones

¿Verdad que duele a la vista? Pues no me he equivocado a la hora de escribir el título. Ayer fui a Sint-Truiden (Bélgica) a disfrutar de una jornada deportiva que a la postre se turnó en fiestiva. Un compañero de trabajo juega en el primer equipo masculino de balonmano del HB Sint-Truiden que milita en la segunda liga belga. Con el precioso día soleado que hacía no dudé en irme al extranjero a ver mundo; aunque fuere deportivo.

No hay buses directos así que tuve que empalmar otro bus de línea en Tongeren y en poco más de una hora me encontraba en el país vecino. Las calles estaban desiertas a pleno mediodía y me recordaba a las ciudades veraniegas que descansan mientras el sol aprieta.

La entrada para ver el partido, cobrada en la misma gradería, ofrecía un descuento para una consumición. Yo ya me había tomado bikini (mixto para el resto) y una Cristal (tipo pilsner fabricada por Alken-Maes en la vecina Alken que más tarde visitaría). Así pues estaba dispuesto a animar a mi nuevo equipo y sufrir por la victoria del HB Sint-Truiden (de amarillo) contra el Tournai (de negro) sentado en lo alto de la gradería que cuenta con tres alturas. Aún estando a ese nivel las cabezas de los jugadores me sobrepasaban de largo. Y es que menos yo, aquí la gente es alta.

Actualmente están disputando los play-offs de los cuatro primeros clasificados de la liga. El HB Sint-Truiden cerraba la clasificación después de la primera vuelta pero habiendo ganado todos los partidos menos uno les valió la cuarta posición y la lucha por el título. Para ellos eso ya ha sido un logro y los play-offs es un regalo que disfrutar. Entrenan dos o tres veces por semana y la plantilla no es abundante. Justamente ese fue uno de los problemas acaecidos ayer durante la segunda parte y que les llevó a la derrota.



El primer tiempo, con gritos, nervios y mucho esfuerzo se llegó con una ventaja en el marcador de tres goles si no me falla la memoria. Tournai son los segundos en el play-off y no veían la forma de contrarrestar las acciones efectivas de los locales. El cansancio se cebó con la plantilla y con nuevos refuerzos por parte de los adversarios los errores, la descoordinación y el abatimiento se apoderó de ellos. El hombre del bombo ensordecedor y su colega con el redoble militar no desconcentraron más que a la grada y a mí me provocaron sordera y crispación.

No hay pena que cien años dure y menos cuando el partido se ha acabado se reúnen todos al calor de unas rubias o morenas. Cervezas, claro está porque en estos lares abundan más las pelirrojas. Una Grimbergen y una Duvel después los restos alimenticios del sándwich habían desaparecido en el mar de mi estómago. Eso era sólo el principio de la ruta cervcera post-deportiva del Domingo.

Da la casualidad de que la novia del tal compañero es capitana del equipo de Balonvolea de la anteriormente citada Alken. Habiendo ascendido de la 3a división a la 2a, este año han vuelto a repetir campeonato y ayer jugaban el último partido y continuaban las celebraciones empezadas hace tres semanas cuando matemáticamente consiguieron el campeonato. Así pues nos dirigimos, con sobrado retraso, al club del Cristal Alken Jeval donde las chicas estaban celebrando con varias botellas de bebidas basadas en ginebra. Es gracioso ver que aunque no son francófonos, al hablar de la ginebra lo nombran igual que la ciudad suiza aunque el nombre no tiene nada que ver.




Nos apuntamos a las celebraciones tomando parte de una rica tarta acompañada de otra cerveza .... Ya había dado por perdidas mis opciones de volver con el autobús así que me dejé querer por la alegría y la generosidad del equipo (y sobretodo de una madre) para apuntarme a cenar en Hasselt (capital del Limburg belga). Brindamos con cava (de verdad que lo llaman así aunque no provenga de España) mientras la comida se preparaba artesanalmente. La cena fueron tantas pizzas como comensales del diámetro superior al de un buen palmo y recién hechas siguiendo las peticiones de cada una de las jugadoras. Sin mucho tiempo para la sobremesa, salimos todos hacia una terraza en el centro de la ciudad. Sin haber desayunado, comido un bikini y cenado una pizza preferí abstenerme del jolgorio. Nadie de los presentes, incluído mi compañero, trabajaban hoy. Así que para poder cumplir con mi deber, poco más tarde me llevaron de vuelta a Maastricht a través de las negras y solitarias carreteras secundarias límitrofes con los holandeses. A las 9 estaba hoy ya en la oficina por si había alguna duda sobre mi profesionalidad.

En breve volveré a ver más partidos de balonmano y quizás de balonvolea. Hasta me estoy planteando apuntarme a algún equipo de la ciudad ya que además del deporte está el lado social, ludico y amistoso más allá de las victorias o campeonatos.

Retomando el punto inicial, en poco me he equivocado al evocar a los francófonos ausentes tanto en los partidos como en las celebraciones.

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