diumenge, 6 de maig del 2012

Papel digital mojado

Ha pasado ya más de un año desde que me asenté en tierras planas y praderas eternamente verdes. El placer por la lectura no es uno de los hábitos han cambiado durante este tiempo. Como ya se hizo hincapié anteriormente, hay un par escaso de tiendas donde poder conseguir materia prima. Si no se busca la edición de EL PAÍS, disponible en varios kioskos, O bien se hace una visita museística a selexyz dominicanen o bien entrometer tus dedos entre libro nuevo y usado y hasta incunables en De Slegte. Curioso es que las dos únicas tiendas del gremio se distancien escasos 50 metros.

Así pues, libros en varios idiomas pueden encontrarse aunque la mayor variedad se encuentra entre las secciones de holandés e inglés. Sólo grandes novelas reconocidas de la literatura castellana pueden tener sus posaderas en los estantes con una densidad de lomos que recuerda tiempos de escasez. Pensando en dicha situación, en una de las visitas a Barcelona el año pasado me compré un Kindle Keyboard de segunda mano. Acostumbrado a leer libros manoseados de la biblioteca, obtener un ebook con la mísma situación no podría ser peor. Almenos no contenía ya garabatos, manchas de café o las puntas roídas. Mi intención era poder mantener el vínculo cultura activo saltándome las restricciones de distribución en una pequeña ciudad del extranjero. Porque aunque no lo parezca, vivo en pleno campo con las ovejas pasando por el parque y dejando tonalidades verdo-pastosas a lo largo del Hoge Brug.





Dejando la vida campestre de lado, volvamos a la alta tecnología. La inmediatez que supone poder buscar, encontrar y disponer colma las expectativas de casi todos. Estoy totalmente de acuerdo que tener físicamente un ladrillo crujiéndote del plexo a veces también es agradecido por los que no somos masoquistas. Más allá del contenido, el primario placer en los libros es olerlos a mitad del tomo y leer la primera frase. La sensación de aguardar nuevas sorpresas o desenlaces al pasar las páginas no es la misma apretando un botón o deslizándo el índice sobre la pantalla. Todo se andará. No creo que tengamos que esperar ni un lustro en ver formatos que imiten la textura de los libros, revistas o periódicos con contenido actualizado según voluntad.

Todos parecía acomodar la idea de compra compulsiva e inmediata adquisición de millares de volúmenes. Digamos que mis raíces son, en opsición a la corriente actual, la televisión en blanco y negro y el papel. Quizás sea exagerado lo del monocromo en el tema audiovisual pero siempre ayuda dramatizar los textos. De vuelta con el artilugio me acompañaban una docena de libros en formato papel que agravaron la desviación columnar congénita. Un par de ellos han ya caído y la caza continúa activa combinando con libros digitales. Así pues, la estantería poco a poco va a ver desaparecer los visitantes temporales al emigrar a otros hogares o bibliotecas mientras que el saber que, esta vez sí, no ocupa lugar (extra) se mantiene en el ereader. Actualmente las lecturas combinan varios idiomas, temáticas, estilos literarios y soportes. La virtud se encuentra en el justo medio. Aristóteles debió pasarse la vida inundado de papiros y eso no fue óbice para que disfrutara desenrollándolos; desconozco si era una persona ordenada y obediente y que enrollara después de su uso los textos que leía.

Para los que piensan que una vez comprado un álbum de cromos ya no debe hacerse más dispendio adquiriendo los cromos con los que rellenar dicho libreto, en formato digital se pueden bajar muchos libros en formato digital y de forma gratuíta. Como siempre, la oferta es limitada y uno debe ayudar al impulso de la gran rueda económica si quiere algo más que clásicos. El compromiso con la economía y las exportaciones son, en estos días, capitales: el fuet mai falta a casa. He adquirido varios libros en Amazon; todos ellos gratuítos. Dispuesto a pagar por algunas publicaciones un temor asalta el amor propio. ¿Dónde van a parar los ingresos de dicha venta?

Comprando libros sé que las los escritores, editoriales y libreros se llevan su parte. No creo que suceda lo mismo con una multinacional que mercadea con millones de productos diferentes y que seguramente utiliza técnicas financieras para eludir el pago de impuestos locales. Dicen de Apple que factura sólo el 1% de las ventas en España y el resto se tributa en Irlanda, Países Bajos o las Islas Vírgenes.

Cuando uno quiere apoyar la economía de su país a base de las exportaciones, poco importa pagar mayor precio o tener más quebraderos de cabeza si al final el dinero recae en quién más se lo merece.

No muy alejada deber se la visión de los gestores de esas multinaciones sobre una España subdesarrollada y pobre a la que destinan más que el 0,7% razonable.

Llueve en las ventanas y el libro tumbado en el sofá quiere compañía.



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