dissabte, 26 de març del 2011

Viaje interior

Despúes de haber acometido las aparentemente tediosas operaciones de limpieza del piso par hacerlo más habitable y no causar incomodidades a los potenciales visitantes me disponía a dar una vuelta.
El día ha empezado soleado y con las ventanas abiertas para refrescar el ambiente ya primaveral. El corto trayecto al buzón dónde enviar las postales amicales ha acabado llevándome al mercadillo. No había nada reseñable que mereciera la pena mi inversión económica y, sea dicho de paso, de su futura limpieza regular. El polvo es el único enemigo, junto con la lluvia, que aún con varios milenios de evolución sigue molestando el día a día de los humanos.

El pequeño paseo me ha descubierto que el fresco había vuelto y el cielo se encapotaba. Tenía pensado dar una vuelta con la bicicleta a la cercana población de Valkenburg. Ya metiendo la llave en el cerrojo de la portería he visto como un señor mayor que conducía un coche eléctrico se le caía un bulto inmenso que llevaba de mala manera en el cestillo posterior. Era una televisión plana de 24 pulgadas y él seguía su ligero camino hasta que otros viandantes le han advertido de la situación. Yo me encontraba con la caja a unas decenas de metros de distancia haciendo señales. Al acercarse me ha agradecido mi ayuda y hemos intentado evlauar la posibilidad de meter la caja de alguna otra forma. El carrito suple las dificultades de movilidad de la gente mayor y no está pensado para llevar grandes bultos así como tampoco tranportar un armario ropero (aunque sea éste de IKEA y esté desmontado).

Grato es saber que la gente holandesa de cualquier edad domina el idioma británico. Viendo la imposibilidad de que el hombre condujera haciendo equilibrios circenses me ha comentado que vivía a unos 500 metros e allí. Sin más que la voluntad de ir a desperezarme montado en una bicicleta durante un rato, he optado por acompañarle. Descargado del armatoste, el hombre ha puesto la directa. Aunque llevo entrenando últimamente, me era difícil competir con un motor conlas baterías completamente cargadas.

Vive en una residencia digna de mención. Un complejo de apartamentos de gran dimensión y de lujo, diría yo. Al llegar al dintel de su puerta he decidido proponerle entrar en su piso habiendo visto su alto grado de afectación de Parkinson sumado a la necesidad de lamer los costados de las llaves para identificar la necesaria en cada momento.

La nueva televisión iba a reemplazar otra ya 'antigua' comprada dos años atrás. El nuevo equipo es ciertamente más delgado y liviando que el reemplazado aunque no creo que solucione lo que al hombre más le preocupa: la calidad de la imagen. Difícilmente puede distinguir formas en los aparatos y mucho menos leer textos o etiquetas sin la ayuda de su lupa de tres aumentos.

Cualquiera de nosotros que se compra algo tecnológico espera poder disfrutar de ello al llegar a casa. Cada vez es más difícil poder satisfacer ese deseo por los condicionantes de la instalación de los mismos. Si acostumbra a ser complicado para mí, ¿cómo puede llegar a ser para una persona mayor? Era una obligación moral realizar la instalación del sistema aún oyendo que ya había cumplido de sobra habiendo ayudado con el transporte.

A Nico le encata escuchar óperas y conciertos. Aunque su carrera profesional se enfocó en la indústria química, siempre tenía un rato para practicar con su violín, ahora espectador reclinado en su salón. Despúes de trastear con cables, hemos podido escuchar a través de un buen amplificador y mejores altavoces Don Giovanni. 'Me encanta Mozart. Venga, vamos abajo que te invito a una cerveza'.

Es verdad que en la planta baja, junto a la entrada, hay un bar en el que sirven comidas y cenas a los residentes. Unos 70 residentes hay aunque hay unos 10 apartamentos vacíos. Parecía que me propusiera que me fuera a vivir al complejo. Los pisos y la zona es buena pero el personal supera de largo mi edad.
Ora estaba sentada leyendo una revista y al vernos llegar y proponer una cerveza se ha puesto detrás de la barra a averiguar si el barril todavía tenía algo que servir.

El tubo tenía poco más de dos centrímetros de amarilla cerveza y el resto era una abundante y clara espuma. El sueño hecho realidad: una barra de bar vacía y a plena disposición aunque con ciertas limitaciones. Parece que todos los cajones estaban cerrados. Al no haber servicio de bar tampoco hay acceso a bebidas aparte de cafés y tés. A Ora no le apetecía una cerveza y dudaba si tomar algo o no hasta que le he señalado el estante con todas las botellas de licores. Sorprendida por la cantidad de botellas le he tenido que ir comentando cual era cada una. Tia Maria. Eficazmente están puestas la botellas en una estantería que casi ni yo llego. De esta manera entiendo que pueden estar a la vista a la vez que se aseguran de que nadie hace malabarismos fuera de horas para darse un pequeño placer. Pues venga a coger el tipo de copa entre 3 tipos que le he enseñado.

A sus 87 años, la vida resplandece más si cabe con un buen trago. Estuvo viviendo en Nieuw Guinea (la de los holandeses) y de eso ha estado hablando ... en holandés. Lo poco que he podido entender es el natuurlijk (naturalmente) que de forma vehemente confirmaba las dudas de mi nuevo compañero. Nico, a sus 82 años, ha intentado traducir algo (una frase entre 30) aunque a veces la perdía y se quedaba mudo y perplejo.

Años viviendo en el extranjero para los dos. Vidas llenas de recuerdos sin la triste nostalgia que embadurna la soledad en las residencias. Los hijos. Las parejas ya desaparecidas. El retorno a la madre Holanda. Muchos pensamientos y recuerdos que no se pueden condensar rápidamente.

Tres Tia Maria y dos cervezas para cada uno después me he despedido con una promesa de volver. Nico quiere que le ayude con la instalación de Skype para poder hablar con su hijo que trabaja por el mundo estando en Hong Kong, París, ....

Cuando sea así de mayor, además de querer poder mantenerme como ellos, quiero tener la oportunidad de conversar con gente nueva alejada del viciado y rutinario entorno. Y me gustaria mantener la sonrisa que ellos tienen permanentemente. 

Obviamente, a las 4:30 ya no me he ido con la bici sino que he comido un pescado con la estresante alarma anti-incendios que parece que no quiere dar tregua cuando me decido a utilizar la plancha.

1 comentari:

  1. entranyable experipència!!! no saps mai on trobaràs un dolç moment que t'ompli! enhorabona!!!

    petonets***

    ResponElimina